El Poder de decir: gracias

Bernardino Vazquez Mazatzi

Escritor y Periodista

Abstenerse de reconocer el valor y la valía de las personas y expresárselo de viva voz y en el momento indicado, trae como consecuencia el parecer y ser un ser humano insensible, inhumano, carente de capacidades para apreciar las cualidades del otro y proclives a recibir el mismo trato aún cuando los actos ameriten un agradecimiento.

No atreverse a decir gracias, negarse a reconocer en alguien su inteligencia, capacidades, aptitudes y alcances es un acto de cobardía no necesariamente involuntario y es también negarle a ese otro la posibilidad de esforzarse por ser mejor y sobre todo, es someterlo a dudar de su propia capacidad de servir, de ser útil, de luchar para seguir sirviendo.

Muchas veces no nos atrevemos agradecer a alguien porque nos sentimos vulnerables o porque hacerlo sentimos que dejamos descubierto un flanco por el que se cuelan nuestros miedos, debilidades y carencias, porque creemos que agradecer será engrandecer inmerecidamente a ese alguien o porque creemos que esa muestra de gratitud lo engrandece y a nosotros nos empequeñece; en realidad esto último es al revés, pero nadie nos lo ha explicado.

Gracias, es una palabra de 7 letras que se emite en extremadamente poco tiempo y tiene la capacidad de sobrevivir al tiempo, a las circunstancia y al olvido. Es una palabra que tiene la facultad de poseer los conocimientos para abrir las oportunidades, borrar las heridas y las cicatrices, unir familias y emprender aventuras inimaginables.

La palabra gracias engrandece hasta el firmamento a quien la pronuncia pues esa muestra de humildad y valor representa la esencia del ser humano y el destinatario de la misma por esa palabra se reconoce como parte fundamental del todo y al mismo tiempo lo motiva para seguir construyendo y construyéndose para servir inserto en una sociedad cada vez más necesitada de gratitudes, de frases consoladoras, de aliento y esperanzas…

Agradecer en todo tiempo, a todo momento y a quienes nos rodean debe ser propósito de año nuevo, debe ser una sana costumbre, una cotidianidad y un signo distintivo de hoy en adelante, de siempre y para siempre.

Se debe agradecer el alimento de la mesa, el esfuerzo de quien lo preparó, el interés de quien hizo posible su presencia… se debe agradecer la existencia de la esposa, del padre, de los hijos… se debe agradecer a quien cede el lugar en el transporte público y a quien no estaciona su auto en la rampa destinada al tránsito de las personas con capacidades diferentes.

Se debe decir gracias en todo tiempo, lugar y momento para pronunciar de esa forma la gratitud por estar vivo y esa palabra deber estar muy a la mano como el teléfono celular, los números de emergencia, el extinguidor de fuego y el freno de mano para ofrecerla a la menor provocación. Decir gracias nos ennoblece, nos engrandece, nos sublimiza, nos hace la parte humana y sensible de la sociedad… nos acerca a la perfección y nos hace candidatos a una mejor vida y a una muerte apacible.

Decir gracias es gratis. No tiene costo pero si tiene un enorme valor. Decir gracias nos debe significar la inversión, los intereses y las utilidades; decir gracias mas no errar, es de humanos.

Así, quienes me distinguen con su amistad y hacen posible mi tránsito por esta vida deben escucharme agradecerles sus atenciones y la distinción de que me hacen objeto por atenderme, entenderme, escucharme y leerme en esta columna; por ello mucho se los agradezco: gracias.